martes, 29 de diciembre de 2009

Las Trinitarias I

Nuca se supo si aquel hombre llego al pueblo por simple casualidad o por un designio del destino. Su andar pausado y lento inspiraban ese miedo, de la persona segura de si misma, cuya intención no conocemos, pero que sabemos siempre obtienen lo que se proponen. Por vida, una maleta de cuero marrón, que aparentaba tener toda una larga historia de viajes, pero bien conservaba aun la dignidad de mejores tiempo. Su dueño se registro en la única pensión del pueblo.

Era un casa de paredes blancas que bien mantenida por la Viuda López, albergaba a todo el viajante que atinaba a pasar mas de una noche en aquel caserío de varias calles que cada día era mas olvidado por el mundo . La viuda , no tuvo hijos. Su marido, un Guardia Nacional muerto en un enfrentamiento con contrabandistas, le dejo la pensión en aquella casa que el a su vez había heredado de su padre. Las malas lenguas decían que a López no lo había matado un tiro de algún contrabandista, sino de otro Guardia Nacional, a quien la mujer le parió un hijo que era el vivo retrato de López hasta en la forma de hablar. La viuda hacia una mueca cuando alguna vecina imprudente dejaba escapar un comentario al respecto.
- Es que a la gente le gusta hablar zoquetadas. Mi marido, que en paz descanse, era estéril por eso nunca tuvimos hijos.
El puesto de la Guardia Nacional cercano al pueblo, estaba rodeado por un villorrio de 10 casa donde Vivian los efectivos y sus familiares. El muchacho ya había cumplido 15 anos. Y su rostro vivo retrato del verdadero padre, delataba cada año mas a la adultera mujer y al cornudo asesino.

La viuda López gerenciaba la pensión con férrea voluntad de ama de llaves inglesa. Limpiaba pisos y ventanas todos los días antes de salir el sol, regaba las macetas y el jardín y ya a las seis y media de la mañana ya había hervido café y amasado alguna arepa si tenia huéspedes que quisieran desayunar. Huéspedes que cada día eran mas escasos. Porque eso si era el orgullo de la Viuda López, su posada era un sitio decente y a ningunos amantes futivos del pueblo se les ocurriría nunca ir a disfrutar del amor por sincero u ocasional que fuera en casa de la viuda López. Prefería tener los cuartos vacíos que llenos de gente “inmunda”.
- El amor - repetía - tiene que estar bendecido por Dios y todo aquel casado debe tener casa y cama. Así que en mi pensión solo viajeros o familias decentes de visita en el pueblo.

Cuando el extraño llegó, la viuda lo escruto de arriba a abajo. Después del minucioso examen visual, prestó atención a su hablar pausado y firme. No pudo determinar por su acento de donde exactamente provenía el visitante, pero si supo que debía ser de alguna región del centro del país y que en el constante viajar había perdido el acento de su origen. Al final el hombre quien se presentó como Alberto Gamboa, paso el examen, la viuda le pidió alguna identificación y le hizo llenar el libro de registro con formatos que ella misma había ordenado imprimir. El hombre llenó todo los datos y en un momento levanto la vista del libro sonriendo y le dijo:
- En verdad no recuerdo cual es la fecha de mi bautizo, pero creo que fue en el mes de Diciembre.
La viuda aprobó con la cabeza y dijo:
- Con el mes estará bien.
El hombre pensó : Clase de vaina con esta señora, como si al que no bautizan no fuera gente.

La habitación era limpia y fresca las sabanas olían a lejía y el baño estaba mas aséptico que un quirófano. Una cosa era segura, nunca había estado en una habitación tan limpia. De inmediato pensó que esta vieja jamás habría tirado en su vida. Una persona con tal sentido de la higiene y la limpieza jamás disfrutaría de un buen revolcón a media tarde y su consabido intercambio de olores y fluidos. Bueno al diablo la vieja y sus manías. Su finalidad no era hacer negocios ni vender materiales de construcción como puso en el libro de entrada. Su único y verdadero afán era encontrar a Maria Coromoto Colmenares y regresarla a su casa, como fueron las instrucciones precisas del padre de la muchacha: viva o muerta.
Anoche en el autobús había soñado con la muchacha. La soñó morena y buena moza con nalgas apretadas y redondas como las de la madre y cara de arrecha como el padre. Bueno una cosa estaba clara, la muchacha tenia valor. Largarse de su casa a media noche con un desconocido, con tres mudas de ropa y llamar desde un teléfono publico al amanecer a 700 kilómetros de distancia era una osadía. Pero encima de eso, siendo hija de Felipe Colmenares, era como para darle la Cruz de Hierro en su única clase. Nojoda, la muchacha en vez de ovarios debía tener testículos.

El viejo Felipe tenia un carácter de locomotora. Había sido peón de hacienda y aprovechado cada una de las oportunidades que la vida le presento. Siempre decía que la vida era una oportunidad, un chance. Y un chance nunca se pierde, o lo aprovecha uno o lo aprovecha otro. Y entre chance y chance el viejo tenia dos mil hectáreas de tierra fértil repartidas en varias haciendas, una docena de hijos dentro y otra docena fuera del matrimonio, tenia su propio cementerio donde por caridad con las viudas había enterrado a cada uno de sus enemigos y como el mismo decía: “aun habían parcelas disponibles”. De lo único que no estaba seguro era del numero de cabezas de ganado que tenia marcadas y registradas entre las tres haciendas. Pero con 65 anos, cáncer en la próstata y la hija menor huida con un pendejo vendedor de seguros a quien carajo le importan unas vacas mas o menos.

El viejo contrató a Gamboa la primera vez para mandar a darle una paliza a la mujer del alcalde nuevo, que era una abogadita que no entendía como “se batía el cobre” en los asuntos de política. Estaba revisa que te revisa los impuestos de las haciendas del viejo y la evasión era espantosa. La abogada redactó una carta donde citaba al viejo y a su administrador para una conversación sobre asuntos fiscales. Fiscales su madre.

Gamboa era capataz de una hacienda y el viejo siempre le tuvo en buena estima. Lo instruyó personalmente para el trabajo.:
- Le quita las placas a la camioneta se trae dos carajos de Barquisimeto, para que lo ayuden, eso si que tengan mucha hambre y mala memoria. La espera en la curva de La Churrita, le atraviesa la camioneta. La baja del carro por el pelo y la sube a patadas. No abra la jeta que le reconocen la voz. Media de nylon en la cara. Nada de metedera de mano y mucho menos se la vaya a coger, lo que quiero es que se asuste, que sienta la zaparranda de coñazos. Yo me encargo de avisarle que lo próxima vez usted no va a ser tan respetuoso y así que ella sabrá.

La Dra. Maritza Chirinos, tuvo quince días en el Hospital, perdió dos dientes y varios mechones de pelo. Seis puntos de sutura en una ceja y hematomas generalizados en tórax y abdomen. Paso tres días totalmente afónica por la ronquera de tanto gritar. Pero lo suficientemente lucida para alejarse de aquel maldito pueblo y pedirle el divorcio a su marido. José Luís Chirinos. El flamante Alcalde de Sta. Lucia quien había tenido la brillante idea de revisarle los antecedentes de impuestos al viejo. Al viejo Colmenares, que bolas. Después que el viejo le financió la campaña electoral, después que lo presentó a todos los hacendados de la región, después que le dijo a todos sus obreros que quien no votara por Chirinos, que buscara trabajo en otra parte, después que lo hizo, lo "fabricó" como alcalde. Que bolas tenia Chirinos! Bueno al fin de cuentas ni bolas tenia Chirinos, mando a su mujercita a hacer el trabajo sucio y cuando el viejo se presentó hecho un tornado a exigirle cuentas. El Chirinos puso su cara de bobo bien administrado y le dijo:

- Don Felipe Ud. me va a disculpar pero eso son cosas de mi mujer y yo no me puedo meter. Ud sabe que ella ha trabajado toda la vida para el Ministerio de Hacienda y ahora que su padrino es el ministro, ella quiere quedarle bien.

Don Felipe estalló, pateó una de las sillas de espera del despacho del Alcalde y en aquel momento su hipertensión era digna de un estudio cardiológico en la Facultad de Medicina:
- Oye me bien cagón de mierda. El dueño de todo este pueblo incluyendo este maldito edificio donde funciona la Alcaldía soy yo. Y aquí se hace lo que yo diga o tu le dices a tu mujer que se largue del pueblo y le vaya a limpiar el culo al ministro que ya no puede de viejo o serás el alcalde con la carrera mas corta de la historia.

El pobre diablo de Chirinos uso su voz mas firme y le dijo:
- Don Felipe le prometo que haré todo lo que pueda, hablare con ella y trataré de convencerla, pero no puedo garantizarle nada y le agradezco que no siga gritando ni haciendo destrozos mire que pierdo autoridad con el personal.
- Autoridad, nojoda pendejo ni si quiera puedes controlar a la enana colona de tu mujer. Que autoridad ni que nada, carajo que equivocada me eché contigo.

El viejo salió, tiró la puerta y de una vez mandó a llamar a Gamboa.

El alcalde golpeó la mesa y maldijo al viejo. Si creía que se iba a escapar estaba muy equivocado, el financiamiento de la campaña era migajas comparado con lo que tendría que soltarle para enterrar el muerto de evasión fiscal durante años y años. Eran otros tiempos. El era el alcalde y las alcaldías eran municipios autónomos y el sabía que después de esto no habría re-elección en eso tenia razón Don Felipe el era el dueño y en aquel fin de mundo se hacía lo que el decía pero, todavía quedaban dos anos de gobierno municipal y el sabría aprovecharlos. Puede ser que el viejo lo enterrara como político pero quien carajo quiere ser político cuando se es rico.

José Luis Chirinos recordaría aquella visita en la sala de espera de la clínica los días en que Maritza estuvo hospitalizada, después del ataque el se presentó en la hacienda de Colmenares para pedirle cuentas. Un peón le dijo que don Felipe lo estaba esperando en el corral al lado de la vaquera.
- A caramba si por aquí esta el Sr. Alcalde pase por aquí que estamos capando los mautes.- le dijo en un saludo lleno de burla.

A pesar de tener varios años viviendo en aquella zona el alcalde nunca había presenciado aquella actividad. Entre dos peones amarraban al ternero y lo derribaban. El capataz estiraba los testículos del animal lo mas que podía y con una hojilla gruesa y muy afilada que parecía de uso industrial cortaba la piel alrededor, cada testículo emergía envuelto en sangre y un ultimo corte lo separaba finalmente de su dueño. Todo esto sin ningún tipo de anestesia o consideración. Después del proceso con una esponja sucia empapada en brea y creolina untaban el vació escoto de la res para evitar moscas e infecciones. Al terminar la tarea, algunos becerros ni siquiera podían ponerse en pié. El capataz trajo la masa sanguinolenta y se la entrego al viejo. Felipe miro al joven alcalde y se la acercó al rostro para que sintiera el olor y antes de lanzarla un balde que estaba casi lleno, le comentó que los cojones de toro eran un excelente afrodisíaco, que siempre recomendaban a los recién casados y con ironía le pregunto:
- Por cierto me comentaron que tu mujer se ha sentido mal, ¿como sigue?

José Chirinos no contestó, dió media vuelta y se fué caminando hacia la camioneta. Toda la furia, el odio hacia el viejo y el amor por defender a su esposa, se habían quedado en aquel balde lleno de cojones de toro.

El Ministro escucho rumores que detrás de la agresión a su ahijada estaba la mano de Colmenares y en un reunión publica se manifestó molesto:

- Felipe? jamás creería eso. A el le debemos nuestro triunfo en la zona norte y siempre ha sido un colaborador incondicional del partido. Ese es el pendejo de Chirinos que ni siquiera sabe como cuidar a mi sobrina, dígale a Maritza que se venga a trabajar conmigo en el despacho.

El divorcio salio en apenas 60 días. Y el joven alcalde abandonado y sin sueños de hacerse con algunos de los millones del viejo para asegurar su propia vejez, daba tumbos y deambulaba por el municipio sin tener cabeza para nada.
Felipe volvió a ver al alcalde en una feria agropecuaria donde se tomaron muchos whiskys y ya borracho el alcalde le pidió perdón al viejo por desafiar su autoridad y prometió que todo volvería ser como antes. El viejo le dio cincuenta mil bolívares a una de las pavitas que estaba en un stand promocionando medicinas veterinarias, con la misión de arrastrar al alcalde a un motel en la carretera y enterrar el recuerdo de la “cuaimita” de la ex-mujer. La damita aprendiz de modelo, ya tenia experiencia con varias ferias agropecuarias encima Después de la “ordeñada”, el alcalde era un hombre nuevo y juraba lealtad incondicional al viejo.

Esas eran la historias de Felipe Colmenares y el trabajito con la mujer del alcalde. A partir de ese momento el alcalde le vendió su alma al diablo y comenzó a labrar su camino a la tumba después de pasar por el infierno.