jueves, 12 de noviembre de 2009

El ruido.

Apenas cruzo el puente a la salida del pueblo, la motocicleta comenzó a emitir un sonido extraño de tornillos sueltos, que ella no conocía.

Un hilo frío le cruzo la espalda solo al imaginarse que aquel vehiculo se accidentara en medio de aquella oscuridad. Trato de pensar en otra cosa y aceleró la moto y con ello el ruido también aumentó.

A mala hora se le había ocurrido subir a aquel aparato que apenas conocía y que su hermano jamás le había enseñado a conducir de verdad. Excepto una o dos veces que había dado una vuelta dentro del pueblo, su experiencia con la moto era casi nula.

Cuando se le ocurrió usarla para ir a la fiesta, lo primero que hizo fue vestirse con una ropa que disimulara sus rasgos femeninos y recogió su cabellera para esconderla dentro del casco. Pensó que si alguien le confundía con un varón, seria menos probable un asalto o ataque de algún tipo. Las mujeres siempre son blanco mas fácil de esas cosas. Así que trato de dar la impresión de un joven cruzando la vía hacia la ciudad, pero aquel ruido no la ayudaba a confiar en su suerte, ni en su disfraz.

Un camión la adelantó cambiando las luces y ella apretó los dientes para ofrecer un rostro mas severo, el ayudante del chofer ni siquiera se volteo a mirarla.

Bajo la velocidad al entrar en la curva de Las Lolas y un sapo saltó a la carretera, el susto la hizo gritar, pero agarro fuerte el volante de la moto y aplasto el sapo que sonó como un melón machacado. Era un sapo grande y de inmediato asumió que debía ser un macho, aunque después tuvo dudas acerca de que los sapos tuvieran sexo.

El ruido seguía insistente y de pronto el motor empezó a ahogarse. Era una tos de motor enfermo. Acelero y desacelero varias veces tratando de ayudar al paciente a respirar mejor. El vehiculo siguió andando y el ruido con él.

Debían haber pasado como treinta minutos, porque se acerco a la granja de Don José Martínez y de nuevo el miedo la arropo, el hijo de Don José lo había acuchillado hace unos meses en medio de una discusión familiar por un pleito de dinero. El pueblo no salio de su asombro nunca se había visto algo así en aquel lugar, un hijo asesinando al padre. Aunque a ella siempre le pareció el muchacho un poco extraño y callado. Si el fantasma de Don José apareciera en la carretera lo arrollaría igual que al sapo y sacudió la cabeza para alejar esa idea tan loca y acallar el ruido de la moto.

Unas luces de frente la encandilaron y bajo la vista para enfocarse en el asfalto, el carro en sentido contrario tocó la corneta y por la ventana salieron notas de un vallenato a todo volumen. No le pareció nadie conocido y mantuvo la velocidad con el ruido en el estomago. Comenzó a subir una loma y el cielo se aclaro con las luces de la ciudad, el ruido aumento y la moto comenzó a perder fuerza. Trun, trun, trun, trun, ya estaba a punto de detenerse. Ese ruido del carajo, esta vaina se va a apagar, pensó.

Sintió un vacío y de pronto, se encontró en el piso con un reflejo instintivo apoyada en las manos. Estaba sudando y la angustia le lleno el abdomen. Este sueño es un aviso, dígame ese sapo que significará, se preguntó así misma. Se levantó y volvió a acostarse en la cama.

La decisión estaba tomada, no iría a esa fiesta y menos vestida como un hombre.

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